viernes, 29 de noviembre de 2013

Teoria del Fijsimo y Evolucionismo

Teoria del Fijsimo
Para el fijismo, las especies de seres vivos permanecen inalterables a lo largo del tiempo, es decir, son inmutables. Según esta teoría, las especies actuales serían las descendientes, sin variaciones, de las primitivas que aparecieron sobre la Tierra. La doctrina fijista es totalmente contraria a cualquier idea relativa a la evolución de las especies.
         Ante la evidencia de que existen fósiles entre los que se pueden observar especies inexistentes en la actualidad, los científicos defensores del fijismo recurrieron al argumento de las catástrofes. Así, por ejemplo, grandes científicos como Bonnet (finales del siglo XVIII) y Cuvier (principios del siglo XIX) defendían que la Tierra se ve sometida periódicamente a una serie de catástrofes que hacen desaparecer muchas de las especie existentes hasta el momento. Por tanto, los fósiles serían la evidencia de las especies desaparecidas y las especies actuales serían descendientes de las que no sucumbieron en las catástrofes.

 Teorías evolucionista
 

Frente a las teorías fijitas surgieron científicos como Lamarck y Darwin; que crearon la doctrina del evolucionismo.
         Según las doctrinas evolucionistas, los seres vivos a lo largo de su historia han ido evolucionando, es decir, adquiriendo un mayor grado de diferenciación. Así, según se retrocede en el tiempo se puede observar una menor diversidad de seres, lo que implicaría un menor grado de adaptación y de menor evolución en la comparación con las especies actuales.

Teoria de Oparrin Haldne

Teoria de Oparrin Haldne
Fue una de las teorías que se propusieron a mediados del siglo XX para intentar responder a la pregunta: ¿cómo surgió la vida?, después de haber sido rechazada la teoría de la generación espontánea.
Gracias a sus estudios de astronomía, Oparin sabía que en la atmósfera del Sol, de Júpiter y de otros cuerpos celestes, existen gases como el metano, el hidrógeno y el amoníaco. Estos gases son sustratos que ofrecen carbono, hidrógeno y nitrógeno, los cuales, además del oxígeno presente en baja concentración en la atmósfera primitiva y más abundantemente en el agua, fueron los materiales de base para la evolución de la vida.
Para explicar cómo podría haber agua en el ambiente ardiente de la Tierra primitiva, Oparin usó sus conocimientos de geología. Los 30 km de espesor medio de la corteza terrestre constituidos de roca magmática evidencian, sin duda, la intensa actividad volcánica que había en la Tierra. Se sabe que actualmente es expulsado cerca de un 10% de vapor de agua junto con el magma, y probablemente también ocurría de esta forma antiguamente. La persistencia de la actividad volcánica durante millones de años habría provocado la saturación en humedad de la atmósfera. En ese caso el agua ya no se mantendría como vapor.
Oparin imaginó que la alta temperatura del planeta, la actuación de los rayos ultravioleta y las descargas eléctricas en la atmósfera (relámpagos) podrían haber provocado reacciones químicas entre los elementos anteriormente citados. Esas reacciones darían origen a aminoácidos, los principales constituyentes de las proteínas, y otras moléculas orgánicas.
Las temperaturas de la Tierra, primitivamente muy elevadas, bajaron hasta permitir la condensación del vapor de agua. En este proceso también fueron arrastradas muchos tipos de moléculas, como varios ácidos orgánicos e inorgánicos. Sin embargo, las temperaturas existentes en esta época eran todavía lo suficientemente elevadas como para que el agua líquida continuase evaporándose y licuándose continuamente.
Oparin concluyó que los aminoácidos que eran depositados por las lluvias no regresaban a la atmósfera con el vapor de agua, sino que permanecían sobre las rocas calientes. Supuso también que las moléculas de aminoácidos, con el estímulo del calor, se podrían combinar mediante enlaces peptídicos. Así surgirían moléculas mayores de sustancias albuminoides. Serían entonces las primeras proteínas en existir.
La insistencia de las lluvias durante millones de años acabó llevando a la creación de los primeros océanos de la Tierra. Y hacia ellos fueron arrastradas, con las lluvias, las proteínas y aminoácidos que permanecían sobre las rocas. Durante un tiempo incalculable, las proteínas se acumularían en océanos primordiales de aguas templadas del planeta. Las moléculas se combinaban y se rompían y nuevamente volvía a combinarse en una nueva disposición. De esa manera, las proteínas se multiplicaban cuantitativa y cualitativamente.
Disueltas en agua, las proteínas formaron coloides. La interacción de los coloides llevó a la aparición de los coacervados. Un coacervado es un agregado de moléculas mantenidas unidas por fuerzas electrostáticas. Esas moléculas son sintetizadas abióticamente. Oparin llamó coacervados a los protobiontes. Un protobionte es un glóbulo estable que es propenso a la autosíntesis si se agita una suspensión de proteínas, polisacáridos y ácidos nucleicos. Muchas macromoléculas quedaron incluidas en coacervados.
Es posible que en esa época ya existieran proteínas complejas con capacidad catalizadora, como enzimas o fermentos, que facilitan ciertas reacciones químicas, y eso aceleraba bastante el proceso de síntesis de nuevas sustancias.
Cuando ya había moléculas de nucleoproteínas, cuya actividad en la manifestación de caracteres hereditarios es bastante conocida, los coacervados pasaron a envolverlas. Aparecían microscópicas gotas de coacervados envolviendo nucleoproteínas. En aquel momento faltaba sólo que las moléculas de proteínas y de lípidos se organizasen en la periferia de cada gotícula, formando una membrana lipoproteica. Estaban formadas entonces las formas de vida más rudimentarias. Así Oparin abrió un camino donde químicos orgánicos podrían formar sistemas microscópicos y localizados (posiblemente precursores de las células) a partir de los cuales esas primitivas formas de vida podrían desarrollarse.
Y en esta línea ordenada de procesos biológicos, van avanzando con cada vez más importancia: la competencia y la velocidad de crecimiento, sobre los que actuaría la selección natural, determinando formas de organización material que es característica de la vida actual.

Teoria Cozmosoica

Teoria Cozmosoica

Persiste el enigma de cómo se inició la vida en nuestro mundo, aunque puede deducirse que algunos elementos y cuerpos simples, en especial los compuestos de carbono, existentes en la superficie terrestre, se combinaron para formar compuestos más complejos utilizando parte de la energía solar; pudieron formarse células que se multiplicaron hasta el infinito, integrando así un mundo biológico infinitamente pequeño de plantas y animales unicelulares, cuya forma no debió ser muy distinta a la que hoy podemos observar en nuestros microscopios.
Crecieron luego formando cantidades inmensas de material plurimolecular de su propia especie; algunas células surgieron nutriéndose de energía solar -vegetales -, y otras se alimentaban de lo que hallaban a su alrededor -animales -; se integraron luego colonias y ellas partieron evolucionando sucesivamente todas las formas de vida superior.
Los restos de algunos seres, las partes minerales, fosilizadas de sus cuerpos, se han conservado a través de millones de años y nos han legado testimonios de la antigua vida en la superficie terrestre.
Puesto que muchos de los animales más sencillos e inferiores son acuáticos o marinos, y puesto que las células y los líquidos del cuerpo de todos los animales contienen sales (CINa y otras), cabe inferir que la vida empezó en los océanos. Los primeros restos de animales se hallan en rocas de origen marino. Luego, algunos organismos marinos invadieron las aguas dulces y las tierra firme. Algunos grupos de estos últimos hábitats se han convertido en marinos secundariamente, como los tiburones o peces óseos primitivos, los plesiosaurios y otros reptiles extinguidos y las ballenas, focas, sirénidos, entre los otros mamíferos vivientes.


Teoria Biogenesis

Teoria Biogenesis

 Se conoce como abiogénesis a el origen de la vida a partir de materia inerte. Este planteamiento dominaba el mundo científico desde la época de los filósofos griegos. Es así como Aristóteles sostenía que animales y plantas se originaban por generación espontánea, es decir, espontáneamente a partir de restos de seres vivos en descomposición, del barro o la basura. La hipótesis de la generación espontánea fue rechazada por Franchesco Redi (1626-1697), quien en 1665 demostró que los gusanos que eran detectados en la carne provenían de las larvas de moscas, que no aparecían si se protegía la carne con una malla fina. La aparición espontánea de microorganismos que descomponía la materia orgánica fue más difícil de refutar, ya que los microorganismos eran muy pequeños y no se podían ver claramente si provenían de otros antecesores o bien de la materia inerte. El científico J. T. Needham (1713-1781) propuso que las moléculas inertes podían reagrupase para dar lugar a la aparición de microorganismos. Para poner a prueba esta idea Lázzaro Spallanzani (1729-1799) realizó una serie de experimentos que demostraron que la presencia de microorganismos puede evitarse si los medios en donde proliferan son previamente hervidos y se mantienen cerrados herméticamente. Finalmente, Louis Pasteur (1822-1895), alrededor de 1860, demostró que en el aire hay gran cantidad de microorganismos que son los responsables de la descomposición de la materia orgánica.

Teoria Espontanea


TEORÍA DE LA GENERACIÓN ESPONTÁNEA


Uno de los hombres que se cuestionó el origen de la vida fue el filósofo griego Aristóteles, quien creía que la vida podría haber aparecido de forma espontánea. La hipótesis de la generación espontánea aborda la idea de que la materia no viviente puede originar vida por sí misma. Aristóteles pensaba que algunas porciones de materia contienen un "principio activo" y que gracias a él y a ciertas condiciones adecuadas podían producir un ser vivo. Este principio activo se compara con el concepto de energía, la cual se considera como una capacidad para la acción. Según Aristóteles, el huevo poseía ese principio activo, el cual dirigir una serie de eventos que podía originar la vida, por lo que el huevo de la gallina tenía un principio activo que lo convertía en pollo, el huevo de pez lo convertía en pez, y así sucesivamente.  También se creyó que la basura o elementos en descomposición podían producir organismos vivos, cuando actualmente se sabe que los gusanos que se desarrollan en la basura son larvas de insectos.  La hipótesis de la generación espontánea fue aceptada durante muchos años y se hicieron investigaciones alrededor de esta teoría con el fin de comprobarla. Uno de los científicos que realizó experimentos para comprobar esta hipótesis fue Jean Baptiste Van Helmont, quien vivió en el siglo XVII. Este médico belga realizó un experimento con el cual se podían, supuestamente, obtener ratones y consistía en colocar una camisa sucia y granos de trigo por veintiún días, lo que daba como resultado algunos roedores. El error de este experimento fue que Van Helmont sólo consideró su resultado y no tomo en cuenta los agentes externos que pudieron afectar el procedimiento de dicha investigación. Si este científico hubiese realizado un experimento controlado en donde hubiese colocado la camisa y el trigo en una caja completamente sellada, el resultado podría haber sido diferente y se hubiese comprobado que lo ratones no se originaron espontáneamente sino que provenían del exterior

Teoria creacionista